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Adiccion a las cirugias esteticas, un tema que ya preocupa.


Alejo
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Muchas mujeres se sienten impulsadas a pasar por un quirófano para cambiarse sus cuerpos, “sacarse años” o para verse “más lindas”. Ahora, hay muchas que lo hacen en exceso , y llegan a someterse a más de 15 cirugías estéticas. Se agrandan con implantes el busto y la cola, dejan que se extraigan las grasas del abdomen y la cadera, se hacen levantar de los párpados, se estiran las mejillas, se renuevan cada seis meses el Botox del entrecejo y cada año se ponen el ácido hialurónico para tener labios más carnosos. Se vuelven a retocar partes que ya se cambiaron, y por si fuera poco, hasta se “rejuvenecen” la vagina.

 

No tienen límites : incluso desconfían de los cirujanos que les recomiendan no operarse y visitan a otros que las consienten.

 

“Hay pacientes con adicción a las cirugías estéticas o a los tratamientos no invasivos” , afirmó Francisco Fama, cirujano y vocero de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora (SACPER). En algunos casos ya se hicieron cirugías que les resultaron favorables, y esto las lleva a querer algo más . En otros casos, no ven el resultado que esperaban y salen en búsqueda de otras intervenciones o prácticas.

 

Son mujeres, que generalmente tienen entre 40 y 60 años.

 

 

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Llegan al consultorio sin saber bien qué buscan.

 

Es típico que digan: “Vengo a ver qué me puede hacer”. Perdieron el respeto y la cautela ante el paso por el quirófano.

 

“No pueden percibir los riesgos” , comentó el cirujano plástico Jorge Pedro. “Le decís que no corresponde que se hagan tal cirugía, pero insisten . A veces se van a consultar a otros profesionales, y luego vuelven al tiempo para desafiarte: ‘Mire lo que me hice’ ”.

 

Compiten con la gente más joven, no pueden aceptar el paso del tiempo , y terminan enredadas en un combo quirúrgico, es decir, se hacen lifting, lipoaspiración y aumento de mamas simultáneamente; o en una sucesión de cirugías. Por ejemplo, se modifican la nariz, y al poco tiempo piden la misma operación para levantársela más. Sin embargo, este peregrinaje por los quirófanos tiene sus riesgos para esas mujeres. “Como no tienen límites, exigen resultados desmedidos, y pueden caer en el grotesco , como es el caso de la Duquesa de Alba en España, que se desfiguró su cara”, sostuvo el doctor Pedro. Otros riesgos de las cirugías son las infecciones, los problemas de cicatrización, las heridas que se abren, las manchas en las zonas operadas, o el no respetar los tiempos indicados de recuperación. Incluso, para no gastar tanto y hacerse más operaciones, concurren a lugares que no están en las condiciones adecuadas o que no cuentan con profesionales lo suficientemente preparados. Días atrás, se produjo la muerte de una mujer de 42 años en Villa Carlos Paz, Córdoba. Su fallecimiento se produjo tras haberse sometido a una operación múltiple que incluía una reducción mamaria y una lipoaspiración. Es el segundo caso en el país en una semana: el anterior fue en Corrientes.

 

Desde la SACPER ( http://www.sacper.com.ar ), no ponen límites explícitos a la cantidad de cirugías que puede hacerse cada mujer. Pero advierten que no se trata de una cirugía para todos. “ Ninguna cirugía puede ser absolutamente perfecta , y no se pueden garantizar resultados idénticos a los que cada mujer imagina”, explican. También aclaran que las cirugías estéticas pueden cambiar formas, pero no resuelven problemas laborales o emocionales .

 

“La paciente puede solicitar más, pero es el cirujano quien debe saber poner límites y no ser cómplice de esa adicción . Por ejemplo, no deberían hacerse más de 2 liftings en una mujer”, resaltó Patricio Jacovella, cirujano del Hospital de Clínicas de la UBA. Este profesional recibió la consulta de una mujer de 87 años que quería su tercer lifting. “El riesgo por su edad es muy alto. Espero que se haya convencido”. A esa paciente y a todas, Jacovella les recomienda que se respondan para qué quieren verse diferentes y qué expectativas tienen. “Si deciden que la necesitan, busquen un profesional certificado”.

 

Lo ideal es que cada mujer realice una consulta psicológica antes de operarse , aconsejó la licenciada Adriana Guraieb, de la Asociación Psicoanalítica Argentina. “No estamos demonizando las cirugías, sino que consideramos que hay que ponerle límites a los excesos . En España, las adictas son también llamadas polirretocadas . Son personas que sufren una desvalorización de sí mismas tan grave, que ponen en riesgo sus vidas , y hasta pierden sus rasgos de identidad, porque quieren parecerse a las famosas. Si la autoestima está en el subsuelo, una cirugía no la sacará de allí”.

 

 

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En los últimos días, dos mujeres murieron después de haber entrado al quirófano para retocar sus cuerpos. Las dos habían optado por las cirugías plásticas que tienen mayor riesgo de complicaciones. Elba Portela, una cordobesa de 42 años, había elegido un combo: achicarse el busto, lipoaspirarse el cuerpo y quitarse el exceso de grasa del abdomen. Roxana Zárate, una chaqueña de 36, había pagado por una liposucción que terminó mal: un glóbulo de grasa se escapó por un vaso sanguíneo y le ocasionó un edema de pulmón (ver aparte). Lo cierto es que, entre las 10 cirugías más pedidas por los argentinos están las 5 que, cuando no se hacen con un profesional certificado y en un sanatorio preparado, tienen mayores posibilidades de complicaciones.

 

Alentadas por los personajes mediáticos, la cirugía más pedida sigue siendo la “mastoplastía de aumento” (implante de siliconas) y su riesgo no suele pasar de los hematomas o encapsulamientos. La segunda, sin embargo, es la lipoaspiración (absorción de grasa con una cánula), buscada por mujeres que quieren reducir caderas y por hombres que quieren sacarse grasa de la panza y de las mamas. “Tiene más complicaciones porque se hace una incisión muy pequeña y un movimiento grande bajo la piel. Aunque el porcentaje es bajo, si un coágulo de grasa se va por el torrente sanguíneo hacia los pulmones puede producir desde dificultad respiratoria hasta la muerte”, explica Marcelo Robles, miembro de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica. La muerte, aclara, puede ocurrir cuando se opera en un consultorio –está prohibido– y no hay herramientas para detectarlo a tiempo.

 

En tercer lugar, según enumeró a Clarín Jorge Patané, jefe de cirugía plástica del Hospital Fernández, están las cirugías mínimamente invasivas: bótox y ácido hialurónico, un producto que llegó para reemplazar al colágeno animal prohibido durante la fiebre de la “vaca loca” . Sigue en el ranking la “blefaroplastia”, una cirugía que sirve para extraer las bolsas y la piel excedente de los párpados. En la mitad de la tabla se ubica el lifting, que sirve para reposicionar los tejidos flácidos de la cara y del cuello.

 

“Bien hecho puede aparecer, a lo sumo, un hematoma. Mal hecho, puede terminar en paresias (debilidad del músculo y desviación de la cara) hasta parálisis del músculo facial”, sigue Patané.

 

Siguen las abdominoplastias. “Exigen un despegamiento grande de la piel, llegar a las costillas y suturar los músculos en una zona donde hay más venas y arterias grandes”, agrega Robles. Además, se hace con anestesia general, por lo que, mal hecha, puede causar problemas de oxigenación, de presión y de recuperación con trastornos neurológicos.

 

Las cirugías para modelar la nariz y las orejas no pasaron de moda.

 

Y la que desespera a los hombres es el implante capilar. Las mastoplastías reductivas, o el achicamiento de las mamas, están en el décimo puesto del ranking. Y exponen a más riesgos “de infecciones o de romper alguna costilla y causar un neumotórax”, dice.

 

El riesgo baja cuando se barajan varios factores: consultar que el profesional sea un cirujano especializado y no un esteticista. Si la persona tiene patologías de base, operarse en un sanatorio con unidad coronaria y terapia intensiva. Y entender que los “combos” en donde se pretende salir nuevo, aumentan el tiempo quirúrgico, el post operatorio y la posibilidad de detectar complicaciones. “Hay que entender que son cirugías –dice Robles–. No es como entrar a la peluquería y pedir que le hagan las manos, los pies, y de paso, le tiñan el pelo”.

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